Brindo por mis amigos,
y brindo por los amigos,
los amigos fieles y verdaderos.
Brindo por los que hacen,
corazón a corazón,
la noche misteriosa y desconocida.
Brindo por las señoras jubiladas,
que no tienen un vigilante nocturno.
Quiero brindar por las viudas,
mujeres abandonadas
que han perdido el amor
y la compañía de la tierra.
Brindo por los adolescentes que se resisten
y huyen de la autoridad
y de la rigurosa institución de la familia
y de la pedagogía.
Brindo por mis amigos aventureros,
que siguen en la travesía azarosa de la noche.
Brindo por la noche solitaria e íntima
de los que sufren el dolor de la enfermedad
y la amenaza de la muerte.
Brindo por el amigo último,
por la última palabra de consuelo.
Brindo por tantas y tantas damas,
amas de casa, solteras, casadas,
que conocen la larga epidemia del desamor y de la soledad.
Brindo por los amigos a los que no les veo las caras
pero que siento su presencia.
Brindo.
Brindo por que no brindar
es muerte...
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