en el 1700 y pico


Un tejedor tenía

de poca edad dos niños inocentes

con los cuales dormía,

por ser tan corto en bienes de fortuna

que no había más cama ni más cuna.

Una noche de frío

se arrimó a la parienta su pariente

por gozar del estío,

pues a todo casado se permite

que cuando tenga frío se lo quite.

Empieza la tarea,

y tan a pecho tómala y tal brinca

y tal se bambolea,

que, al sacudir los pies el burro en celo,

da con los chiquitines en el suelo.

La madre, que lo nota,

de la cama se tira, aunque rendida

de volver la pelota,

y al levantar sus hijos adorados,

los encuentra a los dos descalabrados.

Póneles balsamina

y a la cama los vuelve cariñosa,

cada cual a su esquina,

diciéndoles que aquello ha sucedido

porque estaba su padre algo bebido.

Antes que amaneciera

sintió el amigo gana de más coles,

y la tal curandera

se entregó a los placeres reiterados,

sin echar cuenta en los descalabrados.

El niño mayorcito,

que notó de la cama el movimiento,

dijo al otro, quedito:

- ¡Agárrate al colchón pronto, muchacho,

mira que vuelve padre a estar borracho!


Felix Samaniego

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